El fracaso de Apple en el sector consolas: la Pip Pin
La historia de Apple, parece solo contener éxitos en todos estos años. Sin embargo, como todas las grandes compañías, a la marca de Steve Jobs también le han sucedido fracasos, entre los cuales es particularmente destacable su videoconsola, que jamás consiguió llamar el interés del mercado. Se llamaba Pip Pin y a continuación les mostramos los detalles.
Para adentrarnos en la historia de uno de los fracasos de Apple, debemos echar la vista atrás unos cuantos años. Es más, hasta el 1995, fecha elegida para lanzar la consola de Apple, conocida como Pip Pin de la mano del fabricante Bandai en Japón. Un año más tarde, en 1996 llegaría a los EE.UU.
La Pip Pin era en realidad un verdadero ordenador, con unas características técnicas más que interesantes para la época, aunque el precio al que salía al mercado, aún bajo el símbolo Apple era más que excesivo, $599 dólares.
Antes de entrar en los detalles del fracaso de Apple en el mundo de las consolas y de los videojuegos, veamos cuales eran las especificaciones que traía aquella idea que no pudo ser de la empresa de Steve Jobs:
- Procesador Power PC 630 E a 66 Mhz.
- Un modem a 14 kbs
- Un lector de Cd a 4x
- Y una versión capada de Mac os como sistema operativo.
Evidentemente, el alto precio del dispositivo, la competencia, en aquel momento liderada por Sony, hicieron que Pip Pin cayese en el olvido tras vender aproximadamente solo 40.000 unidades del producto, que solo vieron la luz en Japón y EE.UU. Es más, la expectación de ventas hizo que se fabricasen más periféricos y mandos que equipos había en el mercado.
Finalmente, Apple desistió, y el proyecto PipPin es a día de hoy aún considerado uno de los fracasos más grandes de Apple y se ha colado entre los 10 peores inventos de la historia.
Ya para terminar, para los más nostálgicos, para los que se pregunten como era aquella consola diseñada por Apple, les dejamos un vídeo que recoge algunos de los títulos a los que se podía jugar en la videoconsola de Steve Jobs.
Vía: Es la última